Josquin des Pres (1450-1521) es el autor de esta obra,
perteneciente a la segunda generación franco-flamenca. Discípulo de Ockeghem,
desde muy joven le encontramos en Italia: Milán, Roma, Módena y Ferrara y
también en Cambrai y París. Su fama fue inmensa y su obra tuvo una enorme
influencia en la música inmediatamente posterior.
El estilo flamenco, según se practicó en tiempos de
Ockeghem, había alcanzado un gran refinamiento, pero era una música algo
artificiosa en la que lo importante era poner de manifiesto la sabiduría
contrapuntística del autor, que se entregaba gustoso a resolver difíciles
problemas especulativos. Pero era una música donde apenas hay emoción humana,
falta de todo dramatismo y afectividad, sustituidos estos por el cálculo y el
placer de ejercitar una técnica que ya se sabe dominada.
Con Josquin des Pres la música cobra una fuerza expresiva de
la que hasta entonces carecía. Josquin, impregnado de espíritu italiano y
humanista, supera el espíritu medieval de la música basada en reglas abstractas
y deja fluir su inspiración con libertad. Su obra tiene una gran elegancia
cantable, pues con él se empieza a prestar atención al texto que se canta y se
intenta representar su sentido mediante un simbolismo musical.
La música con Josquin des Pres deja de ser un hábil oficio para
convertirse en un arte auténtico.
Grabado en madera de Josquin des Pres:
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